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domingo, 7 de febrero de 2010

¿Legalizar el "matrimonio homosexual?

Que tema mas controvertido, sin embargo no puedo dejar de dar mi opinion.

No se trata de ser homofobico...No.

Se trata de ser congruentes.

¿Acaso usted ha visto una vaca lesbiana?

¿O un leon homosexual?

¿O los protones y neutrones dicen que estan en el cuerpo equivocado?

Solo el ser humano es libre de sus actos y decisiones...solo eso.

Es una decision tomada personalmente.

La Iglesia Catolica no repudia ni descrimina la homosexualidad, pero no esta de acuerdo
con su modo de vida "tan libre"...mas bien diria libertino.

He aqui un articulo publicado en Catholic.net sobre el tema:

¿Legalizar el “matrimonio homosexual”?
La legalización del “matrimonio homosexual",es, en buena parte, el resultado de tres grandes movimientos ideológicos y culturales.
Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Revista Sacerdos

La legalización del “matrimonio homosexual”, a finales del mes de junio de 2005, en España y en Canadá (ya había sido aprobado anteriormente en los Países Bajos y Bélgica) es, en buena parte, el resultado de tres grandes movimientos ideológicos y culturales.

El primero arranca de la Revolución francesa, a partir de quienes han considerado que el Estado debería regular cada vez con mayor poder invasivo la realidad del matrimonio, hasta el punto de arrogarse el poder de definir cuál sea la esencia del matrimonio.

Por este motivo, en los últimos 200 años se han promulgado leyes que permiten el divorcio, y, recientemente, leyes que regulan otras formas de convivencia, como las así llamadas “parejas de hecho”, a las que se confiere derechos similares a los que son propios del matrimonio. Como última etapa en este proceso se ha llegado a la pretensión de definir qué se entiende por matrimonio y de legislar sobre lo que puede recibir este nombre, como si se tratase de algo que puede cambiar según cambian los gustos de la gente o las mayorías parlamentarias.

En realidad, el matrimonio precede al Estado: es algo original y no sometido a las decisiones de una dictadura o de un partido político. El Estado, por lo tanto, no debería imponer leyes arbitrarias sobre esta institución natural. Su competencia reguladora debería limitarse a aclarar y dirimir aspectos sociales de las uniones matrimoniales, para evitar abusos, para promover la convivencia y, sobre todo, para proteger y fomentar las riquezas propias del matrimonio y de la familia.

El segundo movimiento se ha desarrollado a partir de la “ideología contraceptiva”, que ha llevado a vivir la relación conyugal entre los esposos cada vez más como algo desligado de la procreación. Especialmente a partir de la píldora Pincus y de los siguientes productos anticonceptivos, las parejas han podido vivir su sexualidad sin el “peligro” de que sean concebidos nuevos hijos. La mentalidad anticonceptiva ha culminado con la difusión del aborto, usado en no pocos casos como una especie de “anticoncepción” de emergencia, sin olvidar que no pocos métodos anticonceptivos pueden tener también efectos abortivos.

Cuando Pablo VI escribió, en 1968, la encíclica "Humanae vitae", intuyó los graves peligros que, a la larga, nacerían si se generalizaba el uso de anticonceptivos. Especialmente reconocía el peligro de que el hombre perdiese el respeto hacia la mujer, y de que se difundiese una mentalidad en la que la transmisión de la vida fuese vista como algo opcional, sometido completamente a los deseos humanos (inclusive de algunos gobiernos que pretendiesen controlar la fertilidad de sus pueblos).

A estos abusos podríamos añadir, continuando las reflexiones de Pablo VI, la difusión de un modo de ver la sexualidad simplemente como búsqueda de placer sin respetar su sentido original. Sólo cuando reconocemos la estrecha relación que existe entre los significados unitivo y procreativo en el acto sexual resplandece con toda su belleza la vida matrimonial.

Después de más de 40 años, los resultados dan la razón a la "Humanae vitae". Es evidente el incremento de la promiscuidad sexual entre jóvenes y adultos, de la mayor infidelidad de los esposos, del divorcio, del aumento de los nacimientos fuera del matrimonio, del dilagar de enfermedades de transmisión sexual. Además, la sexualidad humana está siendo vista por muchos como algo referido solamente al placer y a las opciones libres de las personas, sin el horizonte de compromiso que es propio del matrimonio, y sin abrirse a la procreación.

Las bajas tasas de natalidad de los países ricos muestran el triunfo de esta ideología anticonceptiva y preparan el “humus” en el que se ha desarrollado el movimiento homosexual.

Encontramos así el tercer movimiento ideológico que ha llevado a la nueva ley española y a otras leyes similares en diversos lugares del planeta: el movimiento homosexual. Tal movimiento tiene su origen en las reivindicaciones de algunos grupos de homosexuales que han conseguido un amplio poder en el mundo de la cultura, de la comunicación, de la política.

Estos grupos ven la propia actividad sexual como plenamente legítima en la vida social, y con derechos a un reconocimiento idéntico al que se da a las demás uniones matrimoniales aceptadas por el estado. De hecho, los actos homosexuales naturalmente están cerrados a la vida, lo cual, por culpa de los abusos de la anticoncepción, también ocurre entre muchas parejas heterosexuales.

La fuerza de la ideología “gay” es tal que ha llegado a condicionar los estudios de la psicología. En no pocos países resulta sumamente peligroso el que algún psicólogo insinúe que la homosexualidad “se pueda curar”, o manifieste la idea de que podría ser tratada como si fuese una “enfermedad”. Igual podemos decir de la ética: declarar los actos homosexuales como algo inmoral conlleva el riesgo de ser acusado de “homofobia” y puede ser motivo de persecuciones y ataques de diverso tipo.

La política también ha quedado seriamente afectada: se presiona, estigmatiza, aísla o persigue de distintas maneras a aquellos políticos que se oponen a las reivindicaciones de los grupos “gay”. La Iglesia católica y otras religiones son cada vez más criticadas en el mundo de la cultura y en aquellos medios de comunicación que avalan y promueven el “orgullo gay”.

Estos tres movimientos han cristalizado en la nueva ley aprobada en España en junio de 2005 a petición del gobierno socialista. Según el preámbulo de este texto legislativo, “la ley permite que el matrimonio sea celebrado entre personas del mismo o distinto sexo, con plenitud e igualdad de derechos y obligaciones cualquiera que sea su composición. En consecuencia, los efectos del matrimonio, que se mantienen en su integridad respetando la configuración objetiva de la institución, serán únicos en todos los ámbitos con independencia del sexo de los contrayentes; entre otros, tanto los referidos a derechos y prestaciones sociales como la posibilidad de ser parte en procedimientos de adopción”.

En realidad, esta nueva ley no respeta la “configuración objetiva de la institución” del matrimonio, sino que la redefine, al desvincularla de lo que debe ser: la unión de un hombre y una mujer abiertos a la vida a través de la complementariedad sexual. La palabra “matrimonio” queda, así, enmarcada en un nuevo contexto, en el cual el origen del matrimonio no es el amor unido a la complementariedad sexual de los contrayentes, sino sólo el amor o el afecto que éstos, hombres con hombres, mujeres con mujeres, hombres con mujeres, manifiesten entre sí.

El resultado, contrariamente a lo que pretende el gobierno español y los grupos homosexuales que lo apoyan, no va a ser la “conquista de un derecho” o la supresión de una discriminación, sino el abajamiento del “contrato matrimonial” a algo que seguirá recibiendo el nombre de “matrimonio” sin serlo realmente. A lo sumo, sólo habrá matrimonio en aquellas parejas heterosexuales que cumplan los requisitos que hacen válida su unión esponsal, entre ellos la aceptación de sus dos propiedades esenciales: unidad e indisolubilidad. No lo habrá, aunque abusen del nombre, entre las parejas del mismo sexo.

Sobre esta temática, la Congregación para la Doctrina de la fe publicó en el año 2003 el documento "Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales", con la explícita aprobación del entonces Papa Juan Pablo II. Estas Consideraciones recordaban la doctrina católica y la reflexión racional sobre el verdadero matrimonio, e invitaban a oponerse al reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales.

Entre las motivaciones de orden racional que las Consideraciones (en el n. 6) ofrecen para oponerse a tal reconocimiento, encontramos la siguiente: “En este sentido es necesario reflexionar ante todo sobre la diferencia entre comportamiento homosexual como fenómeno privado y el mismo como comportamiento público, legalmente previsto, aprobado y convertido en una de las instituciones del ordenamiento jurídico. El segundo fenómeno no sólo es más grave sino también de alcance más vasto y profundo, pues podría comportar modificaciones contrarias al bien común de toda la organización social”.

En otras palabras: dar estatuto de “matrimonio” a las uniones homosexuales, y permitirles, entre otras cosas, el adoptar niños, crea un enorme desorden social al ofrecer a la gente la idea de que el comportamiento homosexual es no sólo normal, sino incluso algo protegido y tutelado como un “bien social”.

En realidad, en los actos homosexuales no se da la presencia de aquellos elementos de complementariedad biológica y antropológica que son propios del verdadero matrimonio. Esta complementariedad permite la apertura a la vida y la creación de aquellas condiciones ideales para educar a los propios hijos desde la riqueza que nace de convivir con unos padres de distinto sexo.

Oponerse con firmeza a leyes como esta, incluso con la objeción de conciencia (Consideraciones n. 5), será un testimonio de respeto hacia el verdadero matrimonio y a su papel en la configuración de sociedades sanas y de personas maduras. Ello no quita, desde luego, que los católicos, y especialmente los sacerdotes, mantengamos una actitud pastoral de acogida y respeto hacia las personas que tienen tendencias homosexuales, como recuerdan las Consideraciones (n. 4) citando la "Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales", Carta publicada en 1986 por la misma Congregación para la Doctrina de la fe.

Y un chiste que encontre en la red:

LA VERGUENZA DE LOS HIJOS..

El maestro pregunta a los alumnos:

En que trabaja su papa?

Luego de la respuestas tipicas:

Doctor, Comerciante, Contador, Ingeniero, Piloto, etc.

Hasta que le toca a Jaimito, el maestro pregunta Jaimito en que trabaja tu papa???

A lo que responde: Mi papa trabaja en un Club Nocturno de Gays, baila y se quita la ropa delante de los Gays. Cuando queda con un bikini muy chiquito, los Gays se lo tocan y colocan plata dentro de la parte delantera.

En caso de que alguno de los Gays se enamore de mi papa o le guste mucho, lo trae a casa y tiene sexo con el. Esto le deja buen dinero, es asi como nos mantiene.

El maestro que no sabe donde interrumpir la detallada explicacion de Jaimito. Manda a los ninos a jugar al patio y le pregunta: "Es verdad todo lo que dijiste de tu papa Jaimito?

NOOOOO!!!!!! Maestro, la verdad es que mi papa es Diputado, pero me da verguenza decirlo delante de mis companeros asi que prefiero decir que es Maricon..

YO, CATOLICO.

A pesar de todo...mi fe sigue intacta...sigo siendo CATOLICO CONVENCIDO DE MI FE...

Podran ir y venir "religiones"...Yo me apego a la fe de la Iglesia de Cristo, de mis padres, de mis abuelos, de mi Mèxico...

YO, CATOLICO.

Confio mi fe en Maria Santisima de Guadalupe, en el de todos los Santos de la Iglesia, en mi Parroco.

VIVO CATOLICO Y MORIRE CATOLICO.

"POR QUE DE EL, CRISTO JESUS, HEMOS RECIBIDO GRACIA Y MISION" ROM, 1, 4 - 5.

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Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas


SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS - Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, con el título "No es fácil ser cristianos".


VER


Según el censo del año 1990, en el país se declararon católicos el 90.4%. En el del año 2000, el 88.22%. Unos Estados rebasaron esta cifra, como Aguascalientes y Guanajuato con 96.07%, Jalisco con 95.39%, Querétaro con 95.37% y Michoacán con 95.12%. El resto de los Estados fluctuaron entre 85 y 95%. El Distrito Federal llegaba a un 90.57%. Los más bajos eran Campeche con 75.04%, Tabasco con 72.26%, Quintana Roo con 71.76% y Chiapas con sólo el 64.16%. A pesar de ser nuestro Estado el menos católico, se ha frenado la deserción. De 1970 a 1980, dejaron el catolicismo el 14.3% de la población; de 1980 a 1990, el 9.3%; de 1990 al 2000, sólo el 3.44%.


A nivel nacion! al, dijeron ser protestantes el 7.35%. Agregándolos al 88.22% de católicos, éramos un total de 95.57% de cristianos en el país. Los que se declararon "sin religión", eran sólo el 3.49%. El resto faltante para el 100%, sin especificar. Veremos cuánta variación nos ofrece el censo de 2010, en este rubro tan importante para conocer la realidad religiosa estadística en el país.


Sin embargo, a pesar de ser el 95.57% de bautizados, católicos y protestantes, la violencia, el narcotráfico, los secuestros, la extorsión, la corrupción, la infidelidad matrimonial, los divorcios, las injusticias, el alcoholismo, el abuso de la sexualidad, la aprobación de leyes contra la vida y la familia, los abismos entre clases sociales, el racismo persistente, los robos, la inseguridad, etc., demuestran que muchos cristianos no somos coherentes con nuestra fe. Cierto que escándalos clericales y antitestimonios de pastores evangélicos, que también se dan, alejan a muchas p! ersonas de nuestras iglesias y de Jesucristo; con todo, es la ! vida inmoral y antievangélica de muchos creyentes la que más afecta al país.


JUZGAR


En Aparecida, describimos unas sombras de nuestra realidad, como "debilidades, compromisos mundanos e incoherencias" (5), "una fe católica reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia; la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad" (12); "una cultura sin Dios y sin sus mandamientos, o incluso contra Dios" (13).


Hace poco, dijo el Papa Benedicto XVI: "No olvidemos el inmenso don que recibimos el día en que fuimos bautizados. En ese momento Cristo nos unio!...así para siempre; pero, por nuestra parte, ¿seguimos permaneciendo unidos a él con opciones coherentes con el Evangelio? No es fácil ser cristianos. Hace falta valentía y tenacidad para no conformarse a la mentalidad del mundo, para no dejarse seducir por los señuelos a veces poderosos del hedonismo y el consumismo, para afrontar, si fuera necesario, incluso incomprensiones y a veces hasta verdaderas persecuciones. Vivir el Bautismo implica permanecer firmemente unidos a la Iglesia, también cuando vemos en su rostro alguna sombra y alguna mancha. Es ella la que nos ha engendrado para la vida divina y nos acompaña en todo nuestro camino. ¡Amémosla, amémosla como a nuestra Madre! Amémosla y sirvámosla con un amor fiel, que se traduzca en gestos concretos en el seno de nuestras comunidades, sin caer en la tentación del individualismo y del prejuicio, y superando toda rivalidad y división. Así seremos verdaderos discípulos de Cristo" (8-XI-09).


ACTUAR


Es necesario convertirnos todos, para vivir con coherencia ! el Evangelio. Católicos y protestantes deberíamos ser los que más ejemplo demos de justicia, honestidad, respeto a los derechos de los demás, trabajo, responsabilidad, amor a la verdad, solidaridad con los pobres, defensa de los débiles, sobriedad en compras, bebidas y alimentos, leyes acordes al orden natural, protección del medio ambiente, fidelidad conyugal, etc. No es fácil convertirnos, pero sí es posible, con la ayuda de Dios.


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¿Cómo se prepara el "coctel religioso"?
Se empieza con eliminar al jefe visible de la Iglesia; después…
Autor: P. Flaviano Amatulli Valente | Fuente: Apóstoles de la Palabra


Se empieza con eliminar al jefe visible de la Iglesia; después se elimina a la misma Iglesia fundada por Cristo y poco a poco se llega a eliminar hasta al mismo Cristo y a Dios, haciéndose cada quien su coctel religioso. Hoy más que nunca es necesario conocer y vivir la propia fe, para no caer en las redes de los grupos proselitistas.




Que todos sean uno


En vísperas de su pasión, Jesús oró al Padre: «Oh Padre, que todos sean uno, como tú estás en mi y yo en ti; que también ellos sean uno en nosotros. Así el mundo creerá que tú me has enviado (Jn 17,21)». La unidad entre los discípulos de Cristo es la señal de que Cristo es el Enviado de Dios.




Pentecostés


El día de Pentecostés este sueño de Cristo se hace realidad. Ahí vemos a los discípulos de Cristo todos unidos bajo la guía de Pedro y los Apóstoles, al amparo de María, llenos del Espíritu Santo (Hch 2,1-4).


Aquel día tres mil personas, provenientes de lugares diferentes, con idiomas y culturas diferentes, escuchando el mensaje de salvación, proclamado por Pedro y los Apóstoles, llenos del Espíritu Santo, creyeron en Cristo y se entregaron a El, entrando a formar parte de la Iglesia.


Donde hay amor, allá está Dios; donde está Dios, allá hay unidad. La división no viene de Dios.


¡Qué diferencia con lo que pasó en la Torre de Babel! (Gn 11,1-9). Allá todos formaban una sola familia, con un solo idioma. Sin embargo, al querer poner como base de su unidad, no a Dios, sino a sí mismos con su egoísmo, su fuerza y su inteligencia, se dividieron. Sin Dios, no puede haber unidad.




Espíritu sectario dentro de la Iglesia


Satanás no duerme. Pronto empezaron las divisiones dentro de la Iglesia. Primera carta de San Pablo a los Corintios, capítulo 1, versículo 12: «Yo soy de Pablo; yo soy de Apolo; yo soy de Pedro». Liderazgos malentendidos; espíritu sectario dentro de la Iglesia. «Yo soy de Pablo; ¿qué me importa Pedro con sus seguidores?». Otro dice: «Yo soy de Pedro; ¿qué me importa Pablo con sus simpatizantes?». Cada uno se queda con su grupo y su líder, con su línea pastoral. Los demás no interesan.


No se trata de divisiones declaradas, sino de desconocimiento mutuo. Espíritu sectario dentro de la Iglesia. Un camino peligroso.


Peor todavía. Otros dicen: «Yo soy de Cristo (1Cor 1,12)». ¡Cómo se oye bonito: «Yo soy de Cristo»! Cristo sin Iglesia. Un contacto directo con Cristo. ¿Para qué, entonces, Jesús dijo a Pedro: «Apacienta mis corderos… apacienta mis ovejas? (Jn 21,15-17)».




Maldito el que cambia el Evangelio


Carta de San Pablo a los Gálatas, capítulo 1, versículos del 6 al 9:


«Me maravillo de que, abandonando al que los llamó por la gracia de Cristo, se pasen tan pronto a otro Evangelio. En realidad, no existe otro Evangelio. Lo que pasa es que algunos los están perturbando y quieren cambiar el Evangelio de Cristo.


Sin embargo, aunque viniera yo mismo o un ángel bajado del cielo para anunciarles un Evangelio distinto del que ya les hemos anunciado, ¡sea maldito! Como lo he dicho, lo repito otra vez: Si alguien les anuncia un Evangelio distinto del que ya recibieron, ¡sea maldito!».


¿Y qué pasa? Que desde un principio se nos enseñó que Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre; y ahora hay algunos que andan de casa en casa, queriéndonos convencer de que Cristo no es Dios, sino que solamente la primera creatura de Dios. Desde un principio se nos enseñó que, al celebrar la Cena del Señor, el pan se transforma en el Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre; y ahora resulta que algunos nos quieren convencer de que esto no es cierto: se trata de un símbolo y nada más. Lo mismo acerca del bautismo de los niños, la virginidad de María, la obediencia que se debe a los sucesores de Pedro y los Apóstoles, y tantas cosas más.


Según los nuevos «expertos en la Biblia», desde un principio todo se entendió mal. Ellos, por fin, han descubierto la verdad. ¿Qué dice San Pablo al respecto? «Maldito el que quiere cambiar el Evangelio, que nos llegó desde un principio.»


Nada de que: «En el fondo, todo es lo mismo; todos buscamos y servimos al mismo Dios». San Pablo no era de la misma opinión. Una cosa es el respeto y la tolerancia para con todos y otra cosa pensar que todo es lo mismo. Cuando se trata de respeto, tolerancia y amor, en nuestro corazón no debe haber límites, llegando hasta los no creyentes y los peores asesinos. Con eso no se quiere decir que todo es lo mismo, creer o no creer, ayudar o matar. Amor hacia todos, pero al mismo tiempo plena fidelidad a Cristo y a su Evangelio, hasta la muerte.




Anticristos: los que dejan la Iglesia de Cristo y se ponen en contra de ella


Primera Carta de San Juan, capítulo 2, versículos 18 y 19:


«Hijitos míos, es la última hora. Se les dijo que tendría que llegar el Anticristo; pues bien, ya han venido varios anticristos, por donde comprobamos que esta es la última hora.


Ellos salieron de entre nosotros mismos, aunque realmente no eran de los nuestros. Si hubieran sido de los nuestros se habrían quedado con nosotros. Al salir ellos, vimos claramente que no todos los que están dentro de nosotros son de los nuestros.»


¿Qué quiere decir la palabra «anticristo»? Quiere decir «enemigo de Cristo«. Así que, desde un principio, siempre han existido «enemigos de Cristo». ¿Quiénes son? «Ellos salieron de entre nosotros mismos dice San Juan , aunque realmente no eran de los nuestros». Estaban dentro de nosotros, sin ser de los nuestros. Una presencia física y nada más; su mente y su corazón estaban fuera.


¡Cuántas veces hemos oído decir: «Cuando yo era católico, era un borracho, un mujeriego, un ladrón no conocía la Palabra de Dios»! ¿Y que querían, una medalla de oro, por portarse de esa manera? «Medalla de oro a don Francisco Hernández por ser el primer borracho de la parroquia». Por eso, ahora se encuentra fuera de la Iglesia fundada por Cristo, en un grupo religioso fundado por un hombre. Si hubiera sido verdaderamente católico, no habría dejado la Iglesia.


Pues bien, por lo que nos dice San Juan, dejar la Iglesia de Cristo y ponerse en contra de ella, es ser «anticristo». ¿Quién no recuerda aquellas palabras que escuchó Saulo cuando cayó en el camino de Damasco? «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?"(Hch 9,4)». Y todos sabemos que Saulo no estaba persiguiendo directamente a Cristo, sino a sus discípulos; es decir, a su Iglesia. Ahora bien, perseguir a la Iglesia de Cristo es perseguir a Cristo mismo, volverse en «anticristo».


¿Qué está pasando ahora? Que, con la Biblia en la mano, los que salieron de la Iglesia, no dejan de atacarnos, asegurando que la Iglesia católica es la "prostituta", el Papa es el "anticristo" y los católicos somos unos "idólatras". Está pasando ahora lo mismo que pasó al tiempo de Cristo: los que se consideraban "expertos en la Palabra de Dios" (los fariseos y los maestros de la Ley) no supieron reconocer la identidad de Jesús y por eso se pusieron en contra de Él, hasta no lograr su muerte.


«Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Perdónales porque no saben que la Iglesia católica es la que fundó Cristo personalmente, cuando vivió en este mundo, y llegará hasta el fin del mundo.




Divisiones del primer milenio


Un hecho es cierto: las divisiones son fruto del pecado, no vienen de Dios, y, por lo tanto, no tienen ninguna garantía para el futuro. Empiezan, se desarrollan y se acaban. Es la experiencia del primer milenio de la historia de la Iglesia. Todas las divisiones que se realizaron durante el primer milenio de la historia de la Iglesia, prácticamente ya no existen. Solamente la Iglesia que fundó Cristo, durará para siempre. Las divisiones que existen ahora son del segundo milenio.




Cisma de Oriente


Iglesia de Cristo: sí.
Papa: no.


Año 1,054: primera división. Los obispos de Oriente, que se autoproclaman «ortodoxos» (ortodoxia = verdadera doctrina), se apartan de Roma. Durante mil años habían reconocido la autoridad del Sucesor de Pedro, el obispo de Roma; ahora ya no. ¿Qué dicen?


Iglesia de Cristo, con obispos, sacerdotes, diáconos, sacramentos, concilios ecuménicos y devoción a María y a los Santos: SI. Papa: NO


Pretenden una Iglesia sin cabeza visible.




Reforma Protestante


Cristo: sí.
Iglesia de Cristo: no.


Año 1,517: Martín Lutero da inicio a su inconformidad con Roma. Su enseñanza fundamental:


Cristo: SI. Basta la fe en Cristo para alcanzar la justificación (= perdón de los pecados y amistad con Dios).


Iglesia visible de Cristo, la que viene desde un principio, con Papa, obispos, sacerdotes, diáconos, sacramentos y concilios ecuménicos: NO


Lo que importa, es pertenecer a la Iglesia espiritual, a la que pertenecen los que de veras creen en Cristo, sin importar a cual entidad eclesiástica pertenezcan. Esto no tiene mucha importancia. Sirve solamente para ayudar a vivir la fe en comunidad.


Basándose en estos principios, pronto se multiplican las divisiones: luteranos (1,521), calvinistas (1,532), menonitas (1,536), presbiterianos (1,560), bautistas (1,611), metodistas (1,784) que fundamentalmente siguen las ideas de Lutero.


El año de 1,534 el rey Enrique VIII aparta Inglaterra de Roma. Así surge la Iglesia Anglicana; de esta viene la Iglesia Episcopaliana, una vez que Estados Unidos logra su independencia de Inglaterra. Se mueven entre el catolicismo y el protestantismo.


A principios de 1,800 en el mundo protestante surge un nuevo movimiento religioso, que ahora está invadiendo el mundo con un afán proselitista incontenible: mormones (1,830), adventistas del séptimo día (1,863), testigos de Jehová (1,874) y la línea evangélica pentecostal (principios del siglo XX). Normalmente, a nivel teológico, éstos grupos siguen a Lutero; pero, al mismo tiempo, rechazan todas las Iglesias anteriores, acusadas de «apostasía», y cada grupo de considera la única y verdadera Iglesia visible de Cristo «restaurada», en clara oposición a todas las demás y en una actitud abiertamente sectaria.




Testigos de Jehová


Dios: sí.
Cristo y su Iglesia: no.


Entre los grupos que empezaron a surgir desde principios del siglo pasado, hay uno que va más allá de Lutero: la congregación de los Testigos de Jehová. No hablamos de los mormones, porque no se pueden considerar cristianos al admitir un Tercer Testamento: "El libro de Mormón" y ser politeístas.


¿Cuál es la posición de los testigos de Jehová?


Dios: SI. Un solo Dios, sin Trinidad, al estilo del Antiguo Testamento.


Cristo y su Iglesia: NO. Cristo es un hombre y nada más, la primera creatura de Dios. La Iglesia que fundó Cristo, cuando vivió en este mundo, fracasó.


Ahora los testigos de Jehová son la única y verdadera "congregación visible de Jehová".


De por sí desde antes ya se había empezado a considerar a Cristo como hombre y no como Dios; por ejemplo, con la masonería (principios del 1,700; Cristo es visto como un sabio), o el espiritismo (mitad del 1,800; Cristo es visto como un grande médium).




Nueva Era


Religiosidad y espiritualidad: sí.
Dios: no.


Se trata de otro movimiento cultural-religioso, que empezó a surgir en la primera mitad del siglo XX y se desarrolló en la segunda mitad. Actualmente está invadiendo el mundo entero, especialmente los ambientes artísticos e intelectuales o económicamente más pudientes: una mezcla entre cristianismo, antiguas religiones paganas, religiones orientales gnosis, astrología, sicología, esoterismo, ocultismo, ecología, indigenismo y medicina alternativa. Un supermercado, en que cada uno prepara so coctel al gusto, escogiendo lo que más le agrada y lo hace sentir bien.


Por lo que se refiere a Dios, he aquí la idea central:


No existe un solo Dios, creador, salvador y remunerador. Todo el universo es un organismo viviente. Todo lo que forma parte del universo es Dios.




Panteísmo


Dicen los nuevaerianos: «¿Quieres buscar a Dios? Entra dentro de ti mismo y allá lo encontrarás. Además, harás el grande descubrimiento: Tú eres Dios. Lo que pasa es que tú estás ciego y no te das cuenta de lo que eres y las posibilidades "infinitas" que tienes. ¿Quieres aprovechar de ellas? Inscríbete en algún taller sobre control mental, chacras, cuarzos, cristales, colores, perfumes, ángeles, y verás como poco a poco irás despertando y tomando conciencia de los poderes "infinitos" que tienes».


¿Y cómo resolver el problema de la muerte? «La muerte no es un verdadero problema contestan . Al morir, el alma pasa a otro ser viviente y mediante un proceso continuo de reencarnaciones te vas purificando. Por lo tanto, no tienes que temerle ni a la muerte, ni al purgatorio, ni al infierno. Todo es bonito en este universo; todo es energía y vida, felicidad y éxito para los que se adhieren a esta nueva visión del mundo».




Satanismo


Dios: no.
El enemigo de Dios: sí.


A lo largo de la historia, siempre hubo grupos selectos de personas que han rendido culto a Satanás. La novedad actual consiste en que ahora este fenómeno se está volviendo «popular».


Normalmente se trata de adolescentes y jóvenes, que empiezan reuniéndose en las discotecas para escuchar música y bailar. Mediante un buen sistema de reclutamiento, poco a poco se pasa de la música rock a la metálica, de la simple alusión al himno declarado en honor de Satanás, de la imagen a la oración y la entrega, del sacrificio con animalitos al sacrificio con seres humanos, especialmente en aquellos países en que los gobiernos no logran ejercer un control real sobre la población y así se pretende lograr «poder» para encontrar satisfacciones inmediatas.




Pluralismo religioso


Ya se acabó la sociedad monolítica del pasado. Hoy es necesario que estemos conscientes de nuestra identidad como católicos, para no dejarnos confundir y envolver por la variedad de propuestas que continuamente se nos presentan.


Para sentirnos seguros y vivir nuestra fe con dignidad, es necesario que conozcamos el Evangelio de Cristo, tengamos una verdadera experiencia de Dios y, como dice San Pedro estemos capacitados para «dar razón de nuestra esperanza (1 Pe 3,15)». Solamente así estaremos colaborando con nuestro granito de arena para que se haga realidad el sueño de Cristo: «Habrá un solo rebaño como hay un solo Pastor (Jn 10,16)».